viernes, febrero 05, 2010
Crisis de identidad
En estos días inciertos en que vivir es un arte, como decía la canción, asistimos perplejos a la peor crisis que puede afectarnos: la de personalidad.
El gobierno no puede hacer nada contra la crisis. ¿Tenemos un gobierno inútil? puede, pero esa no es la cuestión. El verdadero problema de este gobierno es que no puede reconocer que no tiene medios para salir de la crisis, como tampoco los tiene la oposición. Tienen la necesidad de decir que sí, pero no es por optimismo, sino por competencia.
Como ya dije hace tiempo en este mismo blog, la política de nuestro tiempo requiere nuevos términos, pero ninguno de los partidos nos los ofrecen, y siguen viviendo en un debate que nos es ajeno, el de las identidades, el de las ideologías de partido, como si fuera verdad que el PSOE es socialista y el PP de derechas. Así que justo cuando nos hace falta que hagan lo que se les paga por hacer, gestionar los recursos de este país, ellos se pelean por las fosas comunes, la memoria histórica, el aborto, las cruces, la educación para la ciudadanía y la madre que los parió. Evidentemente en esos asuntos no se ponen de acuerdo, porque de hecho sólo existen para la polémica: ¿necesitaría el PSOE una ley de memoria histórica si no quisiera marcar terreno ante el PP? ¿necesitaría el PP las cruces en las aulas si el PSOE no fuera anticatólico?.
Pero cuando viene un problema serio, uno en el que no vale que se tiren esterilmente los trastos a la cabeza, entonces el resultado es que no saben qué hacer, ni los unos ni los otros, porque no manejan los términos necesarios para afrontarlo, porque no hablan el lenguaje de la política del siglo XXI y, lo peor, porque no quieren hacerlo mientras los debates ideológicos les lleven al poder.
Pero hoy es un día esperanzador: el barómetro político muestra que ambos partidos han bajado en intención de voto. Quizás después de todo la gente está empezando a exigir a sus políticos que ejerzan como tales. Si esta tendencia sigue, si se demuestra que para llegar al poder tienen que abandonar los debates caducos, si entienden que el pueblo votará al que mejor defienda su gestión y no su ideología, entonces se verán obligados a cambiar para seguir optando al poder.
Ojalá la crisis se extienda pronto a la clase política, porque su crisis de identidad será la que nos saque de nuestra crisis económica.
El gobierno no puede hacer nada contra la crisis. ¿Tenemos un gobierno inútil? puede, pero esa no es la cuestión. El verdadero problema de este gobierno es que no puede reconocer que no tiene medios para salir de la crisis, como tampoco los tiene la oposición. Tienen la necesidad de decir que sí, pero no es por optimismo, sino por competencia.
Como ya dije hace tiempo en este mismo blog, la política de nuestro tiempo requiere nuevos términos, pero ninguno de los partidos nos los ofrecen, y siguen viviendo en un debate que nos es ajeno, el de las identidades, el de las ideologías de partido, como si fuera verdad que el PSOE es socialista y el PP de derechas. Así que justo cuando nos hace falta que hagan lo que se les paga por hacer, gestionar los recursos de este país, ellos se pelean por las fosas comunes, la memoria histórica, el aborto, las cruces, la educación para la ciudadanía y la madre que los parió. Evidentemente en esos asuntos no se ponen de acuerdo, porque de hecho sólo existen para la polémica: ¿necesitaría el PSOE una ley de memoria histórica si no quisiera marcar terreno ante el PP? ¿necesitaría el PP las cruces en las aulas si el PSOE no fuera anticatólico?.
Pero cuando viene un problema serio, uno en el que no vale que se tiren esterilmente los trastos a la cabeza, entonces el resultado es que no saben qué hacer, ni los unos ni los otros, porque no manejan los términos necesarios para afrontarlo, porque no hablan el lenguaje de la política del siglo XXI y, lo peor, porque no quieren hacerlo mientras los debates ideológicos les lleven al poder.
Pero hoy es un día esperanzador: el barómetro político muestra que ambos partidos han bajado en intención de voto. Quizás después de todo la gente está empezando a exigir a sus políticos que ejerzan como tales. Si esta tendencia sigue, si se demuestra que para llegar al poder tienen que abandonar los debates caducos, si entienden que el pueblo votará al que mejor defienda su gestión y no su ideología, entonces se verán obligados a cambiar para seguir optando al poder.
Ojalá la crisis se extienda pronto a la clase política, porque su crisis de identidad será la que nos saque de nuestra crisis económica.